
“La comida cantonesa, que se originó de la provincia sudeste de Guangdong, es la más conocida en el mundo occidental”, explicó Kuan Tai. Cuando Europa empezó a tener relaciones comerciales con el oriente, el puerto marítimo de Cantón se convirtió en la puerta principal de intercambio. Los cantoneses asimilaron las influencias cosmopolitas y, siendo grandes viajeros con su propio derecho, empezaron a emigrar hacia Europa y hacia América, donde abrieron los primeros restaurantes chinos del mundo occidental. Debido a su posición privilegiada en el comercio internacional y a su riqueza en recursos naturales, Guangdong gozaba de una clase social de ocio que podría impulsar la gastronomía como arte. Es más, cuando cayó la dinastía Ming en el siglo XVII, muchos de los oficiales gubernamentales se trasladaron de Beijing hacia Guangdong, llevando con ellos a sus chefs, quienes aprovecharon la abundancia de alimentos regionales para expandir sus propios repertorios culinarios y ayudar a la metamorfosis constante de la comida cantonesa. Pero la hambruna también contribuyó a la creación de esta extraordinaria cocina. Los repetidos desastres históricos que sufrió la región forzaban a los cocineros cantoneses a adaptarse a las realidades del momento. Ningún alimento fue descartado o considerado como tabú, y todavía hoy en día hay un dicho cantonés que “si vuela, nada o camina, puede ser consumido, siempre y cuando sea fresco”. “Si hay algo que distinga a la cocina cantonesa, es su don de improvisación y su versatilidad”, precisó el dueño de O’Mei. “Es una gastronomía que incorpora de todo y se adapta a lo que hay accesible.” En general, el estilo cantones se caracteriza por la técnica de fritura rápida y el empleo moderado de sabores naturales, en particular la salsa soya, la raíz de jengibre y los vinos frutales. La escuela cantonesa se resalta también por sus carnes y pollos asados, langosta y camarones, platillos de pescado al vapor, arroz frito y exquisitas delicadezas tales como la sopa de nido de pájaro y caldo de aleta de tiburón. El dim sum (pequeño bollo relleno de carne, mariscos y verduras) es considerado como una institución cantonesa, y nunca falta una gama deliciosa de tés y vinos para acompañar a los diversos platillos.
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